Esta noche el ex presidente de Perú, Alberto Fujimori, falleció a los 86 años de edad tras complicaciones de salud a causa del mal oncológico que lo aquejaba por varios años. Fujimori, quien gobernó el país entre 1990 y 2000, deja un legado controvertido marcado tanto por sus logros en la estabilización económica, como por graves denuncias por delitos de corrupción y violaciones a los derechos humanos.
Fujimori fue una figura clave en la política peruana, destacándose por la implementación de políticas de choque que ayudaron a controlar la hiperinflación y por su liderazgo en la lucha contra el terrorismo, en particular contra Sendero Luminoso. Sin embargo, su gobierno también estuvo empañado por prácticas autoritarias-dictatoriales, como el cierre del Congreso en 1992, y violaciones sistemáticas de derechos humanos, lo que llevó a su eventual huída y renuncia por fax, para luego ser vacado y posteriormente ser sometido a juicio.
En 2005, Fujimori fue arrestado en Chile y posteriormente extraditado a Perú, donde fue condenado a 25 años de prisión por delitos de violaciones de derechos humanos y corrupción. A pesar de su encarcelamiento, su influencia política se mantuvo viva a través de su partido, Fuerza Popular, liderado por su hija Keiko Fujimori.
La salud del exmandatario se deterioró en los últimos años, lo que generó debates sobre su posible indulto. En 2017, el entonces presidente Pedro Pablo Kuczynski le otorgó un ‘indulto humanitario’, el cual fue revocado poco después. Sin embargo, luego de un proceso ante el actual y controvertido Tribunal Constitucional, logró que se ejecute su indulto.
Con su muerte, se cierra un capítulo importante en la historia de Perú, dejando un oscuro legado que sigue generando debate entre aquellos que valoran sus contribuciones económicas y los que condenan las violaciones a los derechos humanos ocurridas durante su mandato. Inclusive el hecho que no haya pagado ni un centavo de reparación civil por sus delitos y deja inconcluso cuatro procesos penales en su contra.
