Quiero dejar en claro a los lectores de esta pequeña nota que mi escrito no parte desde el punto de vista de un ateo, sino más bien de un modesto cristiano como yo, que ha decidido prescindir de las instituciones religiosas y encontrar su camino espiritual de la manera más austera posible: aquí no creemos en diezmos ni en incentivos económicos que compran la salvación. Así que tocar el siempre incómodo tema de Judas Iscariote...