Carta a Sandra

Intento expulsar las sombras de mi mente, para que entres en ella y solo pueda recordarte sonriente, amable y buena moza; fuiste una increíble persona, una mujer fuerte como el roble, combativa ante las adversidades, con metas claras, soñadora de la vida. Te tocó bregar muy duro desde pequeña, sufriste el dolor de perder a tu padre, sin embargo  tú valentía era admirable, tenía que vivir por mi madre me decías, es lo único que me queda.     recuerdo tu historia y se me estremece el corazón, ahora lo entiendo y lo sufro.
Manuel TuctoHace 2 años76 min

Intento expulsar las sombras de mi mente para que entres en ella y solo pueda recordarte sonriente, amable y buena moza; fuiste una increíble persona, una mujer fuerte como el roble, combativa ante las adversidades, con metas claras, soñadora de la vida. Te tocó bregar muy duro desde pequeña, sufriste el dolor de perder a tu padre, sin embargo tu valentía era admirable, tenía que vivir por mi madre me decías, es lo único que me queda. Recuerdo tu historia y se me estremece el corazón, ahora lo entiendo y lo sufro.

Sabrás, me es insostenible recordar aquel pasado diez de enero, un día lúgubre, frío y triste; te fuiste y ya no estás más, es poco entendible pero es real. La noche de ayer he andado las mismas calles que andamos y he anhelado que estés nuevamente, llegué al parque Kennedy, me tomé un café y miré tu vacío en su vacío, entendí que también estoy vacío, no tengo nada más que los recuerdos mustios de una vida que corre con prisa. No he sabido extrañarte tanto como hasta hoy que necesito de tus brazos.

Por un instante me salí de la realidad y te imaginé mirándome desde la banca de madera mientras jugabas con tu cabello; no tengo lágrimas lo sabes y no puedes culparme por eso, pero sabes cómo me duele, sabes lo que estoy sintiendo, estas letras son el torrente de mis lágrimas y tú ya no te ocupas mis de mi tristeza.

hoy que me encuentro en tu ciudad me derriba la melancolía y entiendo que no es por ti, es por mí, por lo miserable que me siento, porque hoy siento tu ausencia; en fin tú ya estás muerta y yo estoy aquí resistiendo la falta que me haces, perdona Sandrita por el tiempo que te he olvidado mientras en vida estabas, perdona por todas esas llamadas que me ahorré y hoy no sé cómo usarlas.

El tiempo te ha convertido en lejanía, cabalgas hoy el inalcanzable horizonte y tomas vuelo con el  alba, vestida estás con el cuerpo blanco del lirio y yo aquí estaré, bajo la sombra del mismo ciprés de mis sueños mientras en vida permanezca.

Y cuando haya llegado el tiempo de partir, me iré con los recuerdos de lo mucho que viví, de las buenas personas que conocí en mi andurriante existencia, sellados en el alma me los llevaré y quizá te vuelva a ver cuándo todo eso suceda.

¡Hasta siempre amiga mía!

Ucayali 10 de agosto del 2023

Manuel Tucto

Escritor y comunicador social. Nacido en el corazón de las montañas, asiduo lector de Saramago, Orwell y Sabato. En ocasiones escribe porque es la única forma que llega a la profundidad de los sueños.