Huanuqueñas, heroínas de nuestra propia historia
A lo largo de mi vida he conocido a muchas mujeres, mujeres fuertes, valientes, mujeres violentadas y mujeres que un día decidieron tomar las riendas de su vida y salir adelante.
A lo largo de mi vida he conocido a muchas mujeres, mujeres fuertes, valientes, mujeres violentadas y mujeres que un día decidieron tomar las riendas de su vida y salir adelante.
Ella fue mi Beatriz, la joven que acompañó a Dante por el paraíso, la mujer que más tiempo me ha soportado, la única persona que nunca me dejó de querer desde el principio y que, por algún motivo, yo no pude corresponder; te quiero como un gatito quiere a su amo, le decía; no puedes exigir que te dé algo del cual mi instinto carece; te extraño como un parajito extraña a su nido, cuando cambia de rumbo en cada estación y su frágil memoria contempla la esperanza de volver a su hogar, le recitaba.
A lo largo de mi vida, he cerrado muchas maletas sin terminar de empacar, me llevaron a dejar de querer a muchas personas, pero no las he olvidado, no importan las circunstancias como nos alejamos, siempre en algún momento asaltan mi memoria y mis deseos que siempre les vaya bien. Este viernes último ha sido un día lleno de nieblas, de sombras y también de luz.
Papá, si pudiera verte una última vez, te diría lo mucho que te amo, te abrazaría fuerte, te pediría perdón y te diría que te perdono por todo. Te diría gracias. Gracias por las sonrisas, los abrazos, el cariño, los cuidados, por la vida. Si pudiera volver a aquella última vez en la que te vi, me quedaría un minuto más, abrazándote. Me tomaría mi tiempo para despedirme. No sabes la falta que me haces, pero te prometo que cada día me esfuerzo por seguir adelante, para no paralizarme y ser una valiente mujer. Un beso al cielo, Papá.
Hace ya muchas noches que soy asiduo visitante de la plaza de Huánuco, recurro a el de noche, porque hay menos gente, menos bulla y el viento frío recarga mi espíritu con aparente dosis de libertad. Todas las noches veo gente pasar, tienen sus miradas ciegas para mí y no es que me interese llamar su atención, pero veo seres desnudos metidos debajo de un disfraz, unos caminan de prisa y otros no tanto.
Yo soy de La Unión, un pequeño pueblo, capital de una provincia, al norte de Huánuco; viví allí dieciséis años de mi vida, salí y regresé a los treinta a trabajar como profesor de música en el colegio público donde culminé mis estudios secundarios.
Sonreía, juro que lo hacía, pero jamás me imaginé que quien me generaba unos minutos de sonrisas, también podía ocasionarme días de lágrimas constantes.
Mi amor:He dejado pasar un tiempo prudente desde nuestro alejamiento para repasar los sucesos que acontecieron entre nosotros desde una perspectiva algo más objetiva; sé (sabemos), que el hilo que tejíamos se rompió de mi lado y que soy el cobarde que decidió tirar la toalla antes de tratar los reumas y achaques que agrietan toda relación.
“La vida es tan distinta cuando cada paso es una despedida”, es una frase perteneciente al escritor argentino, Ernesto Sábato, en su sublime mensaje esconde una profunda verdad de lo que significa la convivencia diaria de la humanidad.
La primera, es sencillo de identificar, porque se da en el momento del daño o perjuicio, pero la segunda es más difícil, porque muchas veces se da de manera sutil, y viene de quienes deben brindarte la ayuda necesaria, o de la sociedad que está acostumbrada a mirar en los demás lo que fallan en si mismos.