El hombre más longevo del Perú vivió casi toda su vida en una hacienda abandonada en el centro poblado Cormilla, en el distrito de Chaglla. No se conoce que haya tenido familia, pues siempre se le ha visto andar solo a “Mashico”. Cuentan sus paisanos haber escuchado relatos de cuando “Mashico” aparecía en las fiestas de los pueblos vendiendo locro (plato típico), trabajando como peón en las chacras o ayudando en la construcción de casas.