El aprendiz de Satanás en las lides del amor

Yo era un pipiolo, un aprendiz en todo campo, incluido en las lides del amor. Mi locura me estaba llevando por caminos que no conocía. Las salidas con Brigitte se volvieron más frecuentes. Pronto conocí a sus padres, a quienes les caí bien y mal. Bien, porque estudiaba Derecho, y mal, porque yo prevenía de una familia de clase baja, principalmente por mi estatura y también por mis ingresos económicos. 
Yoel VenturaHace 2 años148 min

Yo como todo shapshico pecador, comencé a frecuentar algunas reuniones de jóvenes católicos, solamente por conocer a las chicas y tratar de sacarles plan. Yo no era católico, ni estaba en mis planes serlo. Mi locura se debía a que los amigos que eran mayores que yo, me habían comentado que en las iglesias estaban las chicas que eran más fáciles de conquistar, así que decidí emprender y verificar por mí mismo, aquella premisa tentadora.

No fui mal cazador, ya que después de asistir a un par de reuniones, conocí a una hermosa chica de ojos claros y comencé a salir con ella. Su nombre era Brigitte, una jovencita de familia pudiente y que no conocía los alrededores de la ciudad. Ella era una católica muy conservadora y pegada a los protocolos de la moral religiosa. 

En las reuniones, yo siempre decía que era un filisteo hereje, un alma libre que no se dejaba seducir por los encantos de las religiones. En realidad era un discurso barato, solamente para tratar de impresionar a las chicas. Brigitte seguramente pensaba ganar mi alma para Dios y mi cuerpo para ella. Vaya trabajo de evangelización integral, ganaba Dios y ganaba ella. 

Yo era un pipiolo, un aprendiz en todo campo, incluido en las lides del amor. Mi locura me estaba llevando por caminos que no conocía. Las salidas con Brigitte se volvieron más frecuentes. Pronto conocí a sus padres, a quienes les caí bien y mal. Bien, porque estudiaba Derecho, y mal, porque yo prevenía de una familia de clase baja, principalmente por mi estatura y también por mis ingresos económicos. 

Entre esas salidas, cuando estaba a punto de decirle a Brigitte para que sea mi enamorada, ella me salió con algo que me descuadró. Me dijo que más adelante le gustaría casarse conmigo. En ese momento, no solo Cell sintió el verdadero terror, sino también este mortal hereje. 

Mis 2 años de estudio de Derecho me sirvieron para pensar rápidamente ante semejante pedido. A mis 20 no me veía amarrado, por más hermosa que sea la chica. ¿No vas a decirme nada? me dijo, por lo que respondí señalando: ¡No puedo casarme contigo, ya que no hice el sacramento de la confirmación! Vaya jugada maestra que había hecho. Brigitte se fue molesta ante mi respuesta. 

Un futuro timador (abogado en formación), tenía que encontrar alguna salida, y lo había hecho. En realidad, me aproveché de su desconocimiento, ya que el derecho canónico no establece como obligatorio hacer la confirmación para contraer nupcias. De todos modos, las enseñanzas de los abogados, ya estaban obrando en mi pequeño y malévolo ser. 

Nunca más supe de ella, debido a que pasado esa situación, ya no volví a frecuentar esos espacios. El diablo, el shapshico había sentido miedo. Yo que no era un conquistador, ni tampoco tenía las fachas para serlo, me había atrevido a ingresar a ligas mayores y jugar con fuego. Aunque todavía no había pagado ‘derecho de piso en el amor’, pero era consciente que en algún momento me tocaría.

Casi unos 7 años después, por casualidades de la vida, me encontré con ella en el Superba. Al principio no nos hablamos, pero sí nos mirábamos. Cada uno había ido con su grupo, pero hubo un momento en el que platicamos. Lo que me sorprendió fue que me dijese que ahora ella era una empedernida pecadora. ¡diablos señorita! En qué clase de demonio se había convertido aquella tierna mujer. 

Yoel Ventura

Gordito memero y escritor con inteligencia artesanal. Soy investigador en historia y laboro en Derechos Humanos y Derecho Internacional Público. En un mundo de grises, sigo creyendo que el amor es azul.💙