Marcelino Abad Tolentino, mide solamente 1 metro con 30 centímetros. Cariñosamente le dicen “Mashico”, proviene del distrito de Chaglla en la provincia de Pachitea en la región Huánuco. Nunca aprendió a leer ni escribir y tampoco tiene familia. Hasta hace unos años no tenía documentos formales por lo que para el Estado no existía. Nunca tuvo un empleo formal, ni un salario permanente.

El hombre más longevo del Perú vivió casi toda su vida en una hacienda abandonada en el centro poblado Cormilla, en el distrito de Chaglla. No se conoce que haya tenido familia, pues siempre se le ha visto andar solo a “Mashico”. Cuentan sus paisanos haber escuchado relatos de cuando “Mashico” aparecía en las fiestas de los pueblos vendiendo locro (plato típico), trabajando como peón en las chacras o ayudando en la construcción de casas.
Según los datos de las instituciones pertinentes, “Mashico” es el hombre más longevo del Perú, ya que no hay otra persona con 123 años y que esté vivo. Hace casi dos años se enfermó y fue ayudado por una mujer del centro poblado de Huacache. Posteriormente y por su vulnerabilidad y avanzada edad, las autoridades lograron que ingrese al albergue Casa Hogar “Mis Abuelitos”, del colonial distrito de Huacar en la provincia de Ambo en la misma región de Huánuco.
Este último 5 de abril, “Mashico” celebró su onomástico, por lo que se ofició una misa de salud en la capilla de la casa hogar, y se realizó una campaña de salud para los residentes. A su homenaje asistieron los religiosos del albergue y el director ejecutivo del Programa Pensión 65, Julio Mendigure Fernández, así como el alcalde provincial de Pachitea, Nelson Roger Venancio Jorge.
El personal que lo atiende, dice que es muy limpio y respetuoso, que saluda a todas las personas que ve, aunque algunos no le entiendan bien, ya que habla quechua y tiene dificultad para pronunciar las palabras. Aunque tiene problemas de audición y de su dentadura, ha sido bendecido con buena salud. Aún gusta de trabajar la tierra y cuidar animales. Él está convencido que el secreto de su longevidad es la vida tranquila y alimentación saludable que tuvo. Cuando vivía solo, se alimentaba principalmente de las frutas y verduras que cosechaba en su chacra. Siempre compartió lo poco que tenía y, sobre todo, con profundo amor a Dios.
