Entre los abrumadores y pedregosos senderos por el que transcurren los días, el hombre carga sobre sus espaldas la pesada cruz de su existencia, por lo que siempre necesita de superhéroes que alivianen el peso de sus palpitares y alimenten de esperanza el futuro en la faz de la tierra. Es la estrepitosa y enmarañada realidad mundana que obliga al mortal humano a galopar en búsqueda de aquel que viene con superpoderes y ayuda a solucionar los problemas y libra de los villanos a la humanidad. Sin embargo, cabe preguntarse si realmente la humanidad necesita de superhéroes o es que puede dar batalla a sus tumultuosos problemas sin recurrir, ni necesitar de la ayuda de los héroes.
Ante la calamidad de los días y las situaciones adversas, uno de los personajes de Roberto Gómez Bolaños, exclama: ¡oh, y ahora quién podrá defenderme! Apareciendo luego el pequeño héroe de rojo y con chipote. Así también cuando la humanidad necesita de los superhéroes de Marvel, escuchamos la célebre frase: ¡vengadores reuníos! Y es que se han creado héroes de todos los colores, tamaños y poderes con la finalidad de rescatar y salvar al hombre de las diferentes vicisitudes que atraviesa en el confín de su existir. Los ‘mass media’ y la industria han vendido la idea de que el hombre por naturaleza es limitado, por lo que es necesario la existencia de ídolos y figuras con poderes fantásticos que acaben con los monstruos e infames que acechan este mundo.
Gotham City, Metrópolis, Central City, Nueva York (algunas ficticias, otras reales), son ciudades de superhéroes que han sido creadas por la industria del entretenimiento con la finalidad de facturar. Las masas que consumen cine ya conocen el guion de todas las películas de superhéroes, incluso de las que serán estrenadas. Aparecen en momentos más cruciales y se enfrentan a los malos, salvan a la humanidad y luego todos felices comiendo palomitas de maíz, salvo un detalle: Los humanos han asumido, como necesidad, la existencia de un héroe entre sus vidas.
En la literatura y el cómic, el personaje principal es siempre el héroe. De entre los antiguos “aedos griegos” surgieron los cantores de hazañas, quienes inician a contar sobre el héroe mítico “Heros”, personaje emparentado con Aquiles; mientras que en el latín, Heros es introducido por el poeta Virgilio, como un personaje hijo de una diosa y un mortal. Aunque Cicerón usaba dicho término para referirse a humanos célebres de su tiempo. El detalle es que la concepción del personaje Heros incursionó en el español, evolucionando como un ser dotado de superpoderes y se mantiene vigente hasta la actualidad.
En la literatura se encuentra a los semidioses como héroes mitológicos, a los héroes de las tragedias clásicas, a los héroes protagonistas de acciones épicas. Igualmente a los héroes idealistas románticos que rescatan a sus amadas, así también en el periodo moderno están los superhéroes con cualidades sobre humanas. Tanto el cine como la literatura han logrado posicionar la imagen de los héroes en la mente del consumidor, pero también han posicionado la idea de que para ser protagonista, se debe tener cualidades mayores a un simple y mortal ser humano.
La política no puede pasar por desapercibido, ya que existen humanos que se consideran como el “mesías” y creen que van a salvar a su pueblo, curiosamente de otros políticos. De hecho, estos sufren del “Síndrome de Hubris”. Son estos seres que, jugando a ser los superhéroes, han engendrado dolor y sufrimiento en la humanidad. Muchos modelos y sistemas que se han impuesto por órdenes de los que alguna vez estuvieron en el poder. Estos que dicen mucho, realmente hacen poco. Posiblemente sin políticos, el mundo sería un poco más honesto.
Ante la avalancha de la cultura de superhéroes, los humanos se destacan por su fragilidad y vulnerabilidad ante el mundo y sus problemas. Guerras, enfermedades, hambrunas, racismo, discriminación, pobreza y asesinatos. Irremediablemente este mundo está repleto de necesidades y sufrimientos (“das Reich der Natur”, como señala Arthur Schopenhauer). Mientras que los superhéroes son una versión mejorada de los humanos (aunque ficticia), pues ellos harán cosas extraordinarias y superarán obstáculos increíbles. No se detienen a pensar, solo actúan. En ese torbellino de superhéroes, el ser humano no es más que un pasivo constructor de su destino, lleno de temores, miedos y que recuerda siempre su naturaleza mortal.
Ante esa avasalladora realidad, el Übermensch (superhombre) de Friedrich Nietzsche es más utópica todavía. Sin embargo, muy a contracorriente, se debe afirmar que el mundo no necesita superhéroes, solo requiere de la determinación de los propios seres humanos y de tomar las riendas de su destino y dejar de ser el espectador pasivo que busca imitar a un personaje de ficción. Un buen y mejor ser humano no surgirá de calcar las características de un superhéroe, sino que surgirá de buscarse asimismo y eso es en introspección. Dejemos de vivir en ficción, ya que hay un mundo (aunque cruel) que espera, ese es nuestro propio mundo. No necesitas ser un superhéroe para dejar huellas y mejorar el mundo.


Yoel Ventura
Gordito memero y escritor con inteligencia artesanal. Soy investigador en historia y laboro en Derechos Humanos y Derecho Internacional Público. En un mundo de grises, sigo creyendo que el amor es azul.💙