La confesión

Se trata de una pareja aparentemente feliz, pero nadie sabe lo de la intimidad y a juzgar por mi relación con cada uno ellos, son personas generosas que pasaron por situaciones difíciles y al margen de todo, continúan muy enamorados.
Alex LeónHace 2 años1410 min

Se trata de una pareja aparentemente feliz, pero nadie sabe lo de la intimidad y a juzgar por mi relación con cada uno ellos, son personas generosas que pasaron por situaciones difíciles y al margen de todo, continúan muy enamorados.

«Se habían querido desde hace más de diez años; él fue su primer y único amante y ella no pasó de ser la tercera en la vida del otro. Habían logrado consolidar un buen equipo; el pequeño negocio que fundaron más la profesión del joven, dieron como fruto un pequeño terrenito que estaban construyendo en la ciudad de La Unión, al margen del río Vizcarra. No tenían hijos por el excesivo miedo a las responsabilidades y porque al momento de reunirse las dos familias para formalizar el noviazgo, la recomendación de los padres fue que estudien, trabajen, inviertan y viajen, después podrían venir los hijos que consideren necesarios; cumplieron a cabalidad el encargo.

La situación se truncó cuando a él le empezó a gustar una compañera de trabajo; casi primerizo en el amor, se encontró seducido por lo poco que su colega ofrecía: una sonrisa, un «qué guapo está hoy, Licenciado», un cubito de chocolate diario y sobre todo la confianza que le daba —suficiente para enamorar a un novato en el amor—. Las cosas por casa no iban tan bien y la novia, que no era boba, estaba rastreando las causas por lo que su compañero ahora, hasta se bañaba a diario. Un día lo encaró y utilizando la sensibilidad maternal mezclada con la astucia femenina enclaustró al novio, que cayó en una serie de contradicciones donde tuvo que asumir que sí, se había encamado con su colega una vez, lo suficiente para enterarse que no la quería y que su corazón únicamente le pertenecía a ella: su novia. Al día siguiente de aquella confesión la joven abandonó el departamento que compartían para irse donde la madre a pensar mejor las cosas.

El tiempo pasó y el joven se refugió en la bebida y ella en la soledad, pero bien uno sabe que a la mujer, aunque poco agraciada, nunca le faltan pretendientes y le cayó por ahí un tipo que le llamó la atención; el novio al notar que estaba perdiendo a su mujer, juntó a los padres para encontrarle una solución al asunto; contó a detalle el «affaire» con su colega y les explicó que asumiría como asumen los caballeros el abandono o el retorno de su novia, pero no permitiría seguir viviendo en la incertidumbre. La novia lo perdonó poniendo muchas condiciones y él aceptó el trato con reverencia, casi al borde de la humillación. Regresaron a casa, pero había un ambiente tenso en ese reencuentro, algo que faltaba aclarar, una duda, un cielo gris, un pesimismo inexplicable que opacaba el amor que estaban refundando.

Se tomaron unas vacaciones de medio año para encontrar alguna respuesta a la desazón; la novia ya no era la misma y el joven era un río de culpas y arrepentimiento, la alegría los había abandonado, la tristeza también, las lágrimas no brotaban aunque quisieran y todo parecía perdido; hasta que en algún momento se vio la luz, se abrió el cielo, se aclaró el panorama, se encontraron ambos como al principio; nació la verdad, como un parto doloroso que trae a la nueva vida. La cura a los males la tenía ella y no él, la culpa también; la responsable de aquella tristeza desmedida y sobrenatural estaba en el corazón de la novia. Aquella noche lo contó todo, incluso sabiendo las consecuencias que su verbo traía; resulta que hace muchos años atrás cuando la pareja apenas iniciaba la convivencia y el novio trabajaba a hora y media de la ciudad de La Unión, la prometida invitó al departamento a un antiguo ex del colegio que pasaba por ahí y desconcertada por el rubor que éste le provocaba, terminó en la cama cediendo su cuerpo a los caprichos del amante primitivo, aunque eso no sería lo fatal, lo peor vino semanas después, cuando se enteró que estaba embarazada y le era imposible determinar a quién le pertenecía la paternidad; para evitarse inconvenientes decidió perder al bebé y fue donde su madre a recuperarse del sangrado. Nadie más que ella sabía del asunto, hasta el día de hoy, que cansada de cargar esa cruz por muchos años decidió ser libre al fin, aunque eso significara perder al hombre que amaba y continuar sola el camino.»

PDTA: La historia del novio después de la vulgar confesión es un caso aparte que iré contándoles más adelante, lo que sé es que no renunció a ella como esperaba que lo hiciera, quizá por la costumbre, por el automatismo de estar en pareja, por la resignación de saber que le tocó a él como podría tocarle a cualquiera o tal vez, porque está esperando que alguien lo rescate de ese infierno camuflado en el que está viviendo hasta ahora.

Alex León

Profesor de Música y Artes, trompetista profesional, políticamente de Centro Izquierda, seguidor y amante de la literatura borgiana y mediano escribidor.