Yo Conservador

El Perú ha sido tomado por un partido medieval que aún justifica las atrocidades de la Santa Inquisición, propone una bala en la sien para la oposición y prefiere a niños con hambre que los anticonceptivos.
Alex LeónHace 2 años511 min

El Perú ha sido tomado por un partido medieval que aún justifica las atrocidades de la Santa Inquisición, propone una bala en la sien para la oposición y prefiere a niños con hambre que los anticonceptivos.

Alex León

Que vivimos en una sociedad muy conservadora, es innegable; que el conservadurismo peruano sea el más rancio de Latinoamérica, es muy probable. El Perú ha sido tomado por un partido medieval que aún justifica las atrocidades de la Santa Inquisición, propone una bala en la sien para la oposición y prefiere a niños con hambre que los anticonceptivos. Ante todo este panorama sombrío y desesperanzador yo no sé de qué lado político me ubico. Al no encontrar mi lugar, siento que la perplejidad siempre formó parte de mí y más ahora; es decir, políticamente no pertenezco a ningún movimiento y religiosamente no frecuento ninguna iglesia; me interesan las doctrinas, pero ninguna ha sido indispensable como para quedarme a vivir allí; me gusta discutir las ideas, pero evito a la gente que cree estar segura de todo: yo resuelvo que los pobres son mi partido político y el amor, mi única religión.

Pero hay algo que no puedo negar y siempre sale a flote en cada elección presidencial: mi antifujimorismo visceral. Yo siento que gran parte se los debo a mis padres porque de ellos escuché, a los once años, que un japonés se había robado seis mil millones de dólares del Estado y que su asesor, un exagente de la CIA, secuestró y carbonizó a peruanos inocentes en la Base Naval del Callao. Con esa información crecí, sabiendo que nunca sería partícipe de una organización que tanto daño le había causado al Perú. De adulto y con los libros e informes que leí, fui confirmando y agregando elementos a la idea de que el fujimorismo fue una de las etapas más nefastas de nuestras historia y que aún sobrevive, gracias a todo el dinero que nos robó; porque —valgan verdades— el fujimorismo carece de doctrina o idea política, el fujimorismo se sirve a sí mismo y se desenvuelve en la fango, la pestilencia y la putrefacción.

Pero mi antifujimorismo no es lo relevante en esta pequeña nota, sino cómo es que el conservadurismo fue ganando terreno en el Perú, hasta ocupar la presidencia, aun perdiendo las elecciones. Nadie negará que Castillo fue un fiasco que copó el Ejecutivo de ladronzuelos de esquina, pero también hay que asumir que hubo un poder económico y mediático detrás de la caída de su débil gobierno; entre ellos están los conservadores, que ahora se encuentran bien representados por Boluarte en el gobierno, Porky en la alcaldía capitalina y por un congreso que provoca náuseas. Este es el período conservador con el que soñó López-Aliaga y Keiko Fujimori; ¿hemos notado alguna mejora en las calidad de vida de los peruanos? No, porque no existe un plan, porque nuevamente caímos en el discurso de que un exitoso empresario llevaría a Lima a ser una potencia mundial, cuando este señor no tiene la mínima idea de lo significa gobernar. Hemos sido manipulados y la lección es bastante dura porque vimos morir a nuestros hermanos en el sur, estamos siendo testigos de la desarticulación de las instituciones del Estado y cómo es que una Fiscal de La Nación pretende tomarnos el pelo con respecto a sus estudios; mientras tanto, el pobre sufre de hambre y el rico encontró aquí su minita de oro, como si estuviéramos en los tiempos coloniales; eso sigue siendo el Perú, una pequeña colonia que aún no logra independizarse.

Tampoco he de negar que yo crecí en un ambiente muy conservador, pero ésta se fue diluyendo con la llegada de mujeres a nuestra familia y hoy, viendo todo lo ocasionado por esta gente, me aterra creer que en algún momento mis ideales podrían coincidir con las de ellas. Ahora mismo puedo sustentar que de conservador no tengo nada; no acumulo cosas; el diploma de mi Maestría lo encontré hace unos días lleno de polvo en una caja que tirábamos a la basura; la medalla de mi Grado se perdió y todos mis escritos, por el que recibí algunas felicitaciones, se extraviaron en mi cuenta de facebook. Las dos tesis que escribí se encuentran en las universidades donde realicé mis estudios, más no impresas, porque sería una falta de respeto acomodarlas en mi biblioteca al lado de las obras de Borges y William Shakespeare. Que mis estudiantes vengan o no con el uniforme de la institución, me es irrelevante, porque ni la ropa ni el corte de cabello determinarán su inteligencia, pero sí podrían influir en sus emociones, más en esta etapa donde se encuentran en la búsqueda de su propia identidad.

Por aquí (La Unión), también me ven (me veo) como alguien raro; incapaz de abrir un diálogo con sus colegas —esto se lo expliqué a mis estudiantes—, porque considero que existe un abismo entre mis ideas y las de mis compañeros de trabajo; porque todos mis argumentos son semillitas debajo del concreto que solidifican los más de setenta profesores; porque no encuentro claridad ni puntos en común con ellos y porque en más de una ocasión me he visto aplastado por la decisión de una mayoría al que no pude hacerle frente. Por eso es que ando sólo, distanciado y evasivo; pero siempre me acompañan estudiantes en mi andar que, voy a ser completamente honesto, son lo más importante que tengo en este lugar.

Alex León

Profesor de Música y Artes, trompetista profesional, políticamente de Centro Izquierda, seguidor y amante de la literatura borgiana y mediano escribidor.